jueves, 17 de mayo de 2012

ÁFRICA DEL NORTE: ESPONTANEÍSMO Y REVOLUCIÓN


Durante los meses que corren de 2011, los medios de comunicación en nuestro país, y el mundo, han dado cuenta de las protestas sociales en los países del norte de África, principalmente en Túnez, Egipto y Libia, movilizaciones espontáneas que expresan un evidente descontento social pero que están muy lejos de ser genuinas revoluciones como pretenden hacernos creer los poderosos.      


Los trabajadores de México debemos tener siempre presente que los medios de comunicación son instrumentos al servicio de las clases adineradas del mundo y, por tanto, presentan y explican las noticias obedeciendo a sus intereses. A los verdaderos procesos revolucionarios, como se viven en Cuba o Venezuela, no los difunden ni promueven los dueños del capital, por el contrario, los atacan ferozmente.

Además, el apoyo económico, político y militar que el gobierno de los Estados Unidos (EU) brinda a ciertas fuerzas opositoras es también un indicador inequívoco de que, en el fondo de las protestas, están presentes los insaciables intereses económicos del imperialismo norteamericano.

 Son movilizaciones espontaneas porque están carentes de una dirección política y de un claro programa de acción. Para que exista una verdadera revolución, se requiere que el viejo modelo económico -agotado e incapaz de satisfacer las necesidades del pueblo- sea sustituido por otro nuevo que privilegie la equidad económica y la justicia social. Para ello, es necesaria la existencia de una dirección política que cuente  con un ideario y proyecto de nación bien definidos, una sólida estructura organizativa, una amplia experiencia y un contundente respaldo popular. No basta, entonces, con salir a la calle y realizar encendidas protestas, por justas y legítimas que éstas sean. Un movimiento revolucionario exige, además, una acertada dirección así como un prolongado proceso de educación y organización popular.  

Luego entonces, las revueltas que acontecen en los países del norte de África no son revoluciones sociales; la caída de Ben Alí en Túnez o Mubarak en Egipto significaron modificaciones importantes, ciertamente, pero no son sucesos que garanticen un cambio de modelo económico en dichos países. Sin una fuerza social organizada que defina el rumbo de la insurrección, los resultados de ésta podrían reducirse, lamentablemente, a un simple cambio de amos; nuevos rostros y formas pero con la misma política de sometimiento y miseria para sus pueblos.

Por otra parte, Libia es bombardeada por EU y la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN); una descarada intervención militar para apoderarse de su petróleo. Recordemos el caso de Irak, donde nunca encontraron armas biológicas, asesinaron a Saddam Hussein y después de ocho años de “libertad” y “democracia” el imperio invasor continúa  asesinando  iraquíes. El turno es ahora para Gadafi y el pueblo libio.
Las movilizaciones en África deben servir a los pueblos del mundo como lecciones de historia para convertir el descontento popular en verdaderas luchas revolucionarias, y la intervención militar del imperialismo norteamericano contra Libia debe ser rechazada, exigiéndosele respeto a la soberanía de las naciones y la libre determinación de los pueblos.

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