El presupuesto de gastos del gobierno
federal para 2011, tan cacareado a fin de año, asciende a más de tres billones de pesos (es decir, más de
tres millones de millones de pesos); una
cantidad tan grande que hasta resulta difícil contarla. El decreto, de 158
páginas, en el cual se establece en qué rubros y cómo se repartirá ese dinero,
aparece publicado en el Diario Oficial de la Federación, con fecha 7 de
diciembre de 2010.
El decreto es muy
detallado y prolijo en lo referente al gasto programado para este año, pero no
explica de igual manera de dónde se
obtendrán esos tres billones de
pesos.
Por tanto, una de las primeras preguntas que los trabajadores debemos hacernos
es la siguiente: ¿de dónde saldrán esos tres billones de pesos que el gobierno
de Felipe Calderón se propone gastar durante el año que comienza? No hay que
aporrearse mucho la cabeza para concluir, sin lugar a dudas, que esas montañas
de dinero saldrán, a fin de cuentas, de la riqueza producida por la clase
trabajadora, de nuestro trabajo productivo y de nuestro salario, ¿de dónde más?
Por
cada peso que el gobierno federal gasta, en lo que sea, cerca de 40 centavos provienen de la venta de petróleo
crudo, que además pertenece a todos los mexicanos. Esto quiere decir, que buena
parte del presupuesto de egresos 2011, provienen, ni más ni menos, que del trabajo
de miles de obreros de la industria petrolera, y de otro tanto de trabajadores
indirectos, que giran en torno a la extracción, distribución, comercialización
y transformación del petróleo.
Los elevados impuestos que paga la clase obrera son otra fuente importantísima
de ingresos del gobierno; también brota de nuestro trabajo productivo. Asimismo,
el dinero que la Industria, el Comercio y los Servicios privados pagan (y la
gran parte de impuesto que evaden), provienen del trabajo asalariado; de
nuestra fuerza de trabajo y de nuestras “contribuciones forzadas”.
Otra de las grandes
fuentes de ingresos que ha tenido que financiar el gasto público, desde el
nacimiento mismo de la República Mexicana, es la famosa “deuda eterna”. Baste con mencionar el reciente préstamo de 73 mil
millones de dólares que el gobierno federal acaba de contratar, el pasado 14 de
diciembre, con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Deuda que de igual
manera se pagará con el esfuerzo de los trabajadores del país.
Luego entonces, trátese
de deuda externa, de impuestos, de producción y venta de petróleo, de remesas
de dólares procedentes de nuestros parientes que trabajan en el extranjero, finalmente quien carga con todo ese
tremendo peso es la clase obrera. ¿Y de ese presupuesto tan grande, cuánto es
lo que está destinado a mejorar la vida, las condiciones de trabajo y las prestaciones
de la clase obrera? ¡Nada! ¡Ningún
centavo! Resulta entonces evidente que un presupuesto de ingresos y egresos
que realmente favorezca los intereses de la clase trabajadora sólo podrá ser
posible si lo distribuye un gobierno que represente a la clase trabajadora,
elegido por ella, que emane del propio pueblo. No hay de otra.
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