El 7
de enero, inició el Torneo Clausura 2011 del futbol mexicano y de nueva cuenta se
realizó el “mercado de piernas”, donde los equipos buscan lograr acuerdos para
reforzar sus escuadras. En esta ocasión no existieron adquisiciones de renombre
y en su mayoría fueron traspasos temporales: el Monterrey, Santos y Guadalajara
mantienen sus plantillas y no realizaron ninguna contratación, mientras que
equipos como Querétaro, Necaxa, Puebla y Atlas, que luchan por no descender,
abrieron la chequera y se reforzaron con un buen número de jugadores. El
América, que hoy tanto necesita activar su escuadra, se mostró cauteloso. A
pesar de ello, la suma de estas operaciones superó los 200 millones de pesos:
en la primera división sumaron 186 millones 712 mil pesos y en la liga de ascenso
sumaron 15 millones 337 mil pesos. El futbol, convertido en un jugoso negocio.
Este
“Draft” es un denigrante “mercado de piernas”, donde los jugadores son tratados
como esclavos modernos; los propietarios de los equipos compran, venden y
transfieren jugadores por sumas millonarias sin considerar la opinión, preferencia
deportiva o conveniencia económica de éstos. Los dueños del dinero son quienes
toman las decisiones; la afición es ignorada y los jugadores tratados como
mercancías, obligados a aceptar las negociaciones establecidas entre los dueños
de los clubes.
El
futuro de muchos jugadores profesionales depende del “Draft”, especialmente los
veteranos, y al no recibir ofrecimiento de ningún equipo quedan sin trabajo y
forzados a retirarse del futbol. Es por todo ello, que el “Draft” deja al
desnudo que en México el futbol es sólo un negocio donde el jugador y el
aspecto deportivo es lo que menos importa a los propietarios de los equipos, es
decir, los dueños del dinero.
Está claro para todos
los que “quieren y aman el futbol”, que un factor fundamental en este deporte, es
que el jugador sueñe con vestir y defender con el alma su camiseta y sus
colores. Por tanto, el sistema del “Draft” debe modificarse; el jugador debe
tener voz y voto en la definición de su contrato, sus futuros ingresos y los
equipos de su preferencia. El futbol mexicano no puede seguir obedeciendo a los
intereses del capital; los jugadores y la afición no lo merecen.
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