Durante el mes de diciembre, la Comisión Nacional de
Salarios Mínimos (CNSM), integrada por 11 miembros del sector patronal, 11
“representantes” de los trabajadores y un encargado de gobierno, determinó que el
incremento al salario mínimo que regirá para el año 2011 será del 4.1 por
ciento, es decir, de dos pesos con treinta y cuatro centavos. De tal forma que
el salario mínimo para este año será de 59 pesos con 82 centavos. Una verdadera
infamia.
No obstante que la Ley
Federal del Trabajo, en su artículo 90 dice: “El salario mínimo deberá ser suficiente para satisfacer las
necesidades normales de un jefe de familia en el orden material, social y
cultural, y para proveer la educación obligatoria de los hijos”, lo cierto
es que un salario por debajo de 60 pesos diarios, está lejos, pero muy lejos,
de satisfacer las necesidades más elementales de una familia.
Veamos. Según el Banco de México, la canasta básica
está conformada por 80 productos clasificados en ocho grupos: alimentos y
bebidas; ropa y calzado; vivienda; muebles y aparatos domésticos; salud y
cuidado personal; transporte; educación y esparcimiento, y otros. El salario
mínimo semanal será de 418 pesos con 74 centavos, un ingreso que a un
trabajador, actualmente, no le permite siquiera adquirir la mitad de los
productos alimenticios de la canasta básica, su salario le alcanza con
dificultades para mantener una dieta de arroz, sopa, huevo, frijoles, papa,
tortilla, pan, aceite, azúcar, agua, café, verduras y ocasionalmente pollo. Olvidémonos
ya de la fruta, leche, queso, pescado y demás alimentos necesarios para el sano
desarrollo de sus hijos. El punto es ¿cómo podrá un trabajador pagar, además,
el gas, la luz, transporte, vestido, calzado, útiles, uniformes, colegiaturas, salud,
vivienda y demás requerimientos de “orden material, social y cultural”, para su
familia? Resulta evidente que de esta manera la clase trabajadora se encuentra encadenada
a vivir en la más desesperante de las miserias. La esposa y los hijos se ven
obligados a sumarse al trabajo asalariado u otro tipo de actividad económica
para poder sobrevivir. Así las cosas, resulta que para el sostenimiento de una sola
familia, el capital explota ahora, no sólo al “jefe de familia”, sino a todos
sus integrantes.
Un
estudio elaborado por el Instituto de Investigaciones Económicas de la
Universidad Nacional Autónoma de México, afirma que durante el gobierno del
Presidente, Felipe Calderón, el precio de la canasta básica alimenticia se ha
incrementado por encima del 110 por ciento; en tanto, el salario mínimo
presentó un incremento acumulado de tan sólo 17 por ciento. Luego entonces,
hablar de un incremento salarial cuando su poder adquisitivo se reduce drásticamente,
es un espejismo, un cínico engaño de los patrones contra la clase trabajadora. Es
cierto, se incrementa el salario nominal, pero en los hechos, el salario real
se reduce de manera estrepitosa.
. Ante
esta terrible situación económica que enfrentan los trabajadores, la clase
empresarial y su gobierno, afirman que no puede incrementarse el salario mínimo
porque esto desencadenaría una competencia inflacionaria entre precios y
salarios, se dispararían los precios de las mercancías y, por tanto, un mayor
incremento al salario se revertiría finalmente en contra de los propios
trabajadores y de la sociedad en su conjunto. Concluyen diciendo, que por el
bien de los propios trabajadores el incremento salarial no debe rebasar el
índice inflacionario del cuatro por ciento.
Mienten
de nuevo. El aumento en los precios de las mercancías no está sujeto al incremento
salarial. El salario es el precio que el patrón paga por la fuerza de trabajo y
es ésta quien pone en acción las herramientas y la maquinaria para transformar
la materia prima en productos que habrán de satisfacer las necesidades del
consumo social. Pero eso no es todo, estas mercancías elaboradas en el proceso
de producción, salen al mercado, a la
circulación, con un valor adicional
generado por la fuerza de trabajo, y este nuevo valor o plusvalía es el que representa finalmente la ganancia del patrón. Así,
al trabajador se le paga un ínfimo salario mientras que las jugosas ganancias
que éste produce van a parar a los bolsillos del patrón para acrecentar su
capital; mientras más bajo es el salario del trabajador, se reduce más el costo
de producción y mayor será la ganancia del patrón, por el contrario, mientras
más alto es el salario del trabajador, será mayor el costo de producción de las
mercancías y menor será la ganancia del patrón. Por tanto, el incremento de los
salarios repercute directamente en las ganancias del patrón y no en los precios
de las mercancías.
En el mercado, la variación de precios
de los productos está sujeta a la ley de la oferta y demanda y ocurre en el
terreno de la circulación de las mercancías.
Mientras que el salario del trabajador se establece en el terreno de la producción y se encuentra sujeto a la
relación directa con el costo de producción de las mercancías. Por tanto, el
argumento de impedir el incremento salarial en aras de mantener el control de
los precios de las mercancías, es sólo una simulación, otro subterfugio que
esconde, en el fondo, el interés de la clase patronal de seguir incrementando
sus ganancias a costa de la miseria y explotación de la clase trabajadora. Si
no es así, que nos expliquen entonces ¿por qué a pesar de mantener castigado el
salario mínimo, los precios de la canasta básica alimenticia superaron el 110
por ciento? ¿Por qué se incrementan los precios de la gasolina, el gas, la
electricidad y muy seguramente el de la tortilla, si el salario mínimo se
mantiene aprisionado?
México
es una nación inmensamente rica, se encuentra entre los 12 países
económicamente más poderosos del mundo. Por tanto, resulta inaceptable que a
pesar de producir abundantes y fabulosas riquezas, el pueblo trabajador se
encuentre sumido en la pobreza. Eso es así, porque en el sistema económico que
vivimos, mientras la producción de la riqueza exige la suma de cientos y miles
de trabajadores, es decir, es el resultado de una actividad de carácter social,
por otro lado, la apropiación de dicha riqueza tiene un carácter individual,
privado, es decir, que quienes se apoderan de ésta, son sólo unos cuantos
hombres, los dueños del capital. Esta injusta retribución del trabajo
asalariado es precisamente el punto de partida que, bajo el capitalismo,
explica la pobreza y la injusta distribución de la riqueza que sufre el pueblo
de México y del mundo entero.
Si los integrantes de
la CNSM fueran en verdad 11 genuinos líderes de la clase obrera, tendrían el
respaldo decidido de los trabajadores de México, el fin de año sería temporada
de intensa lucha por la obtención de un justo incremento a los salarios mínimos
y otro gallo nos cantara.
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