jueves, 26 de abril de 2012

“EL CANELO” ÁLVAREZ, CAMPEÓN MUNDIAL

           Santos Saúl Álvarez Barragán, es el nombre completo de “El Canelo” Álvares, nacido en Juanacatlán, Jalisco, el 18 de julio de 1990 y quien conquistó de manera contundente y para gloria del deporte mexicano el Campeonato Mundial de los Superwelters, y es, hoy por hoy, otra de las grandes promesas deportivas mexicanas en la palestra pugilística internacional.

Hasta el viernes 4 de marzo de 2011 ostentaba ya tres títulos internacionales: era Monarca Welter de la Federación Norteamericana de Boxeo (NABF); Campeón Latino Welter, de la Organización Mundial de Boxeo (OMB); el Welter Número Uno de la Fedecentro (Federación Latinoamericana de Comisiones de Boxeo Profesional), reconocida por la AMB. Y, por si todo eso fuera poco, en su debut dentro de Golden Boy Promotions, a los 20 años noqueó nada menos que a José Miguel Cotto en Las Vegas, Nevada.
            Para el sábado 5 de enero, “El Canelo” Álvarez era ya Monarca Mundial Superwelter, del Consejo Mundial de Boxeo (CMB), al derrotar al inglés Matthew Hatton, y arrebatarle el cinturón mundial de los superwelter. Por Decisión Unánime (es decir, por decisión de todos los jueces, a diferencia de la “decisión dividida”, donde la votación de los jueces es contraria), y con una puntuación contundente de 119-108, tal y como lo anunció el presentador del “Honda Center”, de  Anaheim, California, muy cerca del magnífico puerto de “Long Beach”.
            Todo mundo esperaba y deseaba un fulminante Knock Out (K.O.), que parecía llegar en cualquier momento, pero el inglés resultó una verdadera esponja para absorber golpes, con una gran resistencia al castigo, y convertido en un costal de mañas  para no quedar “a tiro” y a la distancia en la que los golpes de “El Canelo” llevan toda su fuerza y suelen ser letales. Pero, la falta del Knock Out no desmereció la brillante actuación de nuestro compatriota, quien en todo momento se vio a la ofensiva, dominador, descargando una buena cantidad y variedad de duros golpes, y de lo cual pudo dar cuenta el rostro del sajón que terminó con la cara herida y muy lastimada.  
Ahora bien, es necesario hacer notar que el mérito del “Canelo” es especialmente importante, entre otras cosas, porque triunfó en una división en la que el boxeo mexicano ha brillado poco, y ha tenido sólo dos estrellas: el inolvidable José Ángel “Mantequilla” Nápoles, a quien saludamos con cariño, donde quiera que se encuentre, uno de los grandes maestros de la esgrima boxística, de origen cubano y nacionalizado mexicano, y la sobresaliente actuación de otro de los grandes que incursionaron en esta división, José “El Pipino” Cuevas,  a quien hemos tenido el gusto de saludar, allá por la Delegación “Gustavo A. Madero”, y a quien también enviamos un cordial saludo. 
Pero, sobre todo, es importante para los mexicanos este acontecimiento deportivo, porque nos vuelve a demostrar que los mexicanos, cuando nos lo proponemos, podemos llegar a ser de lo mejor que hay en el mundo; nos viene a demostrar por enésima ocasión que es falsa y profundamente reaccionaria, la idea de que los mexicanos somos un pueblo inferior, acomplejado, derrotista, que jamás llegará a sobresalir y está, por lo tanto, condenado a la eterna mediocridad.
Todo lo contrario. Con ese aplomo, con esa fuerza y con esa seguridad con la que “El Canelo” se desplazó y dominó sobre el cuadrilátero de principio a fin, así mismo puede moverse y comportarse nuestra nación, en la competencia internacional, trátese de Box, trátese de desarrollo económico, desarrollo social o trátese de lo que sea. Siempre y cuando, ese gigante dormido que es la clase obrera mexicana, se levante, estudie y se organice, entrene, luche y se foguee en la contienda económica y política frente a las demás clases.
            La clase obrera mexicana tendrá todavía que practicar muchos “rounds de sombra” y muchas horas de gimnasio en la lucha meramente económica, por la defensa de sus conquistas laborales, de su salario y de su fuente de trabajo, antes de estar en condiciones de dar la lucha política; es decir, la lucha por reformas generales que le favorezcan en todo el país y, sobre todo, antes de lanzarse a la lucha por el poder político del país. Y, mientras los trabajadores no seamos los campeones políticos de esta nación, y logremos gobernarla nosotros, seguiremos sufriendo la pobreza, la explotación y la injusticia social que ya hemos cargado durante demasiado tiempo.

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