lunes, 23 de abril de 2012

Mexicana de Aviación: nuevo ajuste laboral

En estos días que corren, los medios de comunicación han dado a conocer el conflicto  que enfrentan los empleados de Compañía Mexicana de Aviación, que en un principio se inició por la propuesta hecha por parte de la empresa de disminuir el sueldo de los pilotos en un 41% y de los sobrecargos en un 39%; que significaría, por ejemplo, que los sobrecargos que ganan $15,000 en promedio les reducirían $5,850 menos al mes. Pero la propuesta incluía la liquidación de por lo menos 720 trabajadores que quedarían en la calle. Esto bajo el argumento que el costo para seguir manteniendo a tanta gente y sobre todo a tantos pilotos y sobrecargos con sueldos “tan altos” había llevado a una crisis económica a la empresa hasta el punto de quiebra, con este pretexto iniciaron el procedimiento de concurso mercantil obligando así a la Asociación Sindical de Sobrecargos de Aviación (ASSA) a prorrogar los emplazamientos a huelga en contra de Mexicana de Aviación por la revisión contractual y salarial que tenían programada para el día 15 de septiembre del presente año. 

 Ahora bien, es importante recordar que Mexicana de Aviación pertenece al Nuevo Grupo Aeronáutico que tenía la mayor participación del mercado en el país, con poco menos de dos quintas partes de la oferta de trasportación aérea tanto nacional como internacional. Lo que en palabras llanas significa que era la aerolínea del país que más boletos vendía para viajar en avión. Y el día de hoy los principales periódicos anuncian que Mexicana deja de volar porque los diferentes sindicatos de los trabajadores no aceptaron, ni reducir el salario de sus representados, ni despedir a casi la mitad de los trabajadores para -según la empresa- mantener funcionando a la aerolínea. Con ello se anticipa la segura declaración de quiebra, que en caso de consumarse dejaría a mil ochocientos trabajadores en la calle, ¡sí! por sorprendente que parezca y si como la situación económica del país estuviera para bollos, mil ochocientos trabajadores se sumarían a los más de dos millones de desempleados oficiales que existen en el país, según el INEGI.
Pero es de llamar la atención que estos casi dos millares de desempleados, forman parte de una clase de la sociedad que está en peligro de extinción y que es la llamada “clase media”. Y es de poner atención, porque si algún profesionista o trabajador con un nivel “medio de vida” (contadores, jefes de departamento, asesores técnicos, médicos, pilotos, sobrecargos, etc.), pensaba tener asegurado su futuro y no le pasaba por la mente ser él parte de las estadísticas de desempleo; ahora debe ponerse a pensar que en cualquier momento puede estar en los zapatos de los miles de obreros que han perdido su trabajo en el último año.
Pero pongamos los puntos sobre las íes. Queda claro que el bienestar económico no sólo debe ser a favor de unos cuantos individuos. Y en nuestro país como en la mayoría de los países del mundo, la sociedad se divide en dos clases primordialmente; por una parte están los dueños de los medios de producción, y por la otra, los que son dueños solamente de sus manos, su inteligencia y pericia técnica. Y en una sociedad dividida en estas dos clases antagónicas, opuestas entre sí, es claro que el que tiene la sartén por el mango (los dueños de las fábricas, máquinas, materias primas, etc.) son quienes deciden cuánto va a ganar el grueso de la población, cómo va vivir y hasta cómo debe de pensar.
Así las cosas, la conclusión de los pilotos, sobrecargos, mineros, electricistas, obreros y todo aquél desempleado debe ser la misma: organizarse y luchar. En primer lugar para defender sus derechos laborales y en segundo lugar (pero la más importante razón) para pelear por un gobierno más justo, interesado en el beneficio social de las mayorías. Buscando crear una sociedad donde la mano de obra del minero, la pericia del piloto, no sean simples herramientas de trabajo para seguir enriqueciendo a una minoría de la población.
Pero deben ser ellos (los pilotos, mineros y trabajadores en general) los que luchen; porque es claro que ni el “presidente del empleo”, ni todo su gabinete, ni ningún otro gobernante sea del color que sea, no sólo no crearán los empleos bien pagados que prometen elección tras elección; sino que difícilmente podrán conservar los ya existentes. Y la razón más importante de que esto suceda año tras año, no es porque no sepan cómo hacerlo, es porque sirven a los intereses económicos de la clase social a la que pertenecen; la clase de los señores dueños del dinero, dueños del poder económico y político de nuestro país: la clase capitalista.

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