lunes, 23 de abril de 2012

SOBRE EL INFAME “AUMENTO” AL SALARIO MÍNIMO

            Durante el mes de diciembre, la Comisión Nacional de Salarios Mínimos (CNSM), integrada por 11 miembros del sector patronal, 11 “representantes” de los trabajadores y un encargado de gobierno, determinó que el incremento al salario mínimo que regirá para el año 2011 será del 4.1 por ciento, es decir, de dos pesos con treinta y cuatro centavos. De tal forma que el salario mínimo para este año será de 59 pesos con 82 centavos. Una verdadera infamia. 


            No obstante que la Ley Federal del Trabajo, en su artículo 90 dice: “El salario mínimo deberá ser suficiente para satisfacer las necesidades normales de un jefe de familia en el orden material, social y cultural, y para proveer la educación obligatoria de los hijos”, lo cierto es que un salario por debajo de 60 pesos diarios, está lejos, pero muy lejos, de satisfacer las necesidades más elementales de una familia.

Veamos. Según el Banco de México, la canasta básica está conformada por 80 productos clasificados en ocho grupos: alimentos y bebidas; ropa y calzado; vivienda; muebles y aparatos domésticos; salud y cuidado personal; transporte; educación y esparcimiento, y otros. El salario mínimo semanal será de 418 pesos con 74 centavos, un ingreso que a un trabajador, actualmente, no le permite siquiera adquirir la mitad de los productos alimenticios de la canasta básica, su salario le alcanza con dificultades para mantener una dieta de arroz, sopa, huevo, frijoles, papa, tortilla, pan, aceite, azúcar, agua, café, verduras y ocasionalmente pollo. Olvidémonos ya de la fruta, leche, queso, pescado y demás alimentos necesarios para el sano desarrollo de sus hijos. El punto es ¿cómo podrá un trabajador pagar, además, el gas, la luz, transporte, vestido, calzado, útiles, uniformes, colegiaturas, salud, vivienda y demás requerimientos de “orden material, social y cultural”, para su familia? Resulta evidente que de esta manera la clase trabajadora se encuentra encadenada a vivir en la más desesperante de las miserias. La esposa y los hijos se ven obligados a sumarse al trabajo asalariado u otro tipo de actividad económica para poder sobrevivir. Así las cosas, resulta que para el sostenimiento de una sola familia, el capital explota ahora, no sólo al “jefe de familia”, sino a todos sus integrantes.         



            Un estudio elaborado por el Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, afirma que durante el gobierno del Presidente, Felipe Calderón, el precio de la canasta básica alimenticia se ha incrementado por encima del 110 por ciento; en tanto, el salario mínimo presentó un incremento acumulado de tan sólo 17 por ciento. Luego entonces, hablar de un incremento salarial cuando su poder adquisitivo se reduce drásticamente, es un espejismo, un cínico engaño de los patrones contra la clase trabajadora. Es cierto, se incrementa el salario nominal, pero en los hechos, el salario real se reduce de manera estrepitosa.  

.           Ante esta terrible situación económica que enfrentan los trabajadores, la clase empresarial y su gobierno, afirman que no puede incrementarse el salario mínimo porque esto desencadenaría una competencia inflacionaria entre precios y salarios, se dispararían los precios de las mercancías y, por tanto, un mayor incremento al salario se revertiría finalmente en contra de los propios trabajadores y de la sociedad en su conjunto. Concluyen diciendo, que por el bien de los propios trabajadores el incremento salarial no debe rebasar el índice inflacionario del cuatro por ciento.  

            Mienten de nuevo. El aumento en los precios de las mercancías no está sujeto al incremento salarial. El salario es el precio que el patrón paga por la fuerza de trabajo y es ésta quien pone en acción las herramientas y la maquinaria para transformar la materia prima en productos que habrán de satisfacer las necesidades del consumo social. Pero eso no es todo, estas mercancías elaboradas en el proceso de producción, salen al mercado, a la circulación, con un valor adicional generado por la fuerza de trabajo, y este nuevo valor o plusvalía es el que representa finalmente la ganancia del patrón. Así, al trabajador se le paga un ínfimo salario mientras que las jugosas ganancias que éste produce van a parar a los bolsillos del patrón para acrecentar su capital; mientras más bajo es el salario del trabajador, se reduce más el costo de producción y mayor será la ganancia del patrón, por el contrario, mientras más alto es el salario del trabajador, será mayor el costo de producción de las mercancías y menor será la ganancia del patrón. Por tanto, el incremento de los salarios repercute directamente en las ganancias del patrón y no en los precios de las mercancías.  

            En el mercado, la variación de precios de los productos está sujeta a la ley de la oferta y demanda y ocurre en el terreno de la circulación de las mercancías. Mientras que el salario del trabajador se establece en el terreno de la producción y se encuentra sujeto a la relación directa con el costo de producción de las mercancías. Por tanto, el argumento de impedir el incremento salarial en aras de mantener el control de los precios de las mercancías, es sólo una simulación, otro subterfugio que esconde, en el fondo, el interés de la clase patronal de seguir incrementando sus ganancias a costa de la miseria y explotación de la clase trabajadora. Si no es así, que nos expliquen entonces ¿por qué a pesar de mantener castigado el salario mínimo, los precios de la canasta básica alimenticia superaron el 110 por ciento? ¿Por qué se incrementan los precios de la gasolina, el gas, la electricidad y muy seguramente el de la tortilla, si el salario mínimo se mantiene aprisionado?  

            México es una nación inmensamente rica, se encuentra entre los 12 países económicamente más poderosos del mundo. Por tanto, resulta inaceptable que a pesar de producir abundantes y fabulosas riquezas, el pueblo trabajador se encuentre sumido en la pobreza. Eso es así, porque en el sistema económico que vivimos, mientras la producción de la riqueza exige la suma de cientos y miles de trabajadores, es decir, es el resultado de una actividad de carácter social, por otro lado, la apropiación de dicha riqueza tiene un carácter individual, privado, es decir, que quienes se apoderan de ésta, son sólo unos cuantos hombres, los dueños del capital. Esta injusta retribución del trabajo asalariado es precisamente el punto de partida que, bajo el capitalismo, explica la pobreza y la injusta distribución de la riqueza que sufre el pueblo de México y del mundo entero.

Si los integrantes de la CNSM fueran en verdad 11 genuinos líderes de la clase obrera, tendrían el respaldo decidido de los trabajadores de México, el fin de año sería temporada de intensa lucha por la obtención de un justo incremento a los salarios mínimos y otro gallo nos cantara.

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