lunes, 23 de abril de 2012

SINDICATO “EMILIANO ZAPATA” EN PIE DE LUCHA

          Se estima que en el país existen aproximadamente 30 millones de trabajadores asalariados de los cuales cerca de 4 millones son jornaleros agrícolas. Sin lugar a dudas, son estos el sector más pobre y marginado de nuestra sociedad ya que además de sufrir  las condiciones más deplorables de existencia; insalubridad, desnutrición, analfabetismo, y falta de servicios, carecen de todo tipo de prestaciones laborales. Los jornaleros agrícolas son pues los trabajadores asalariados que sufren las condiciones sociales y económicas más precarias del país.

Al igual que en las grandes ciudades, también en el campo existe el mercado de trabajo formal e informal; el primero es aquel que cuenta con contratos y prestaciones de ley, mientras que el segundo, que abarca a la inmensa mayoría de los jornaleros agrícolas del país, es aquel que soporta durísimas condiciones de explotación y que no está sujeto a ningún tipo de regulación laboral, es decir, que carecen de seguridad social,  pago de horas extras, respeto a la jornada de 8 hrs de trabajo, aguinaldos, vacaciones, licencias por enfermedad, antigüedad, pensiones,  indemnización por despido injustificado, etc..
Ahora bien, debido a la pobreza extrema en que vive el proletariado del campo y como consecuencia de las escasas alternativas de empleo en sus lugares de origen, éstos se ven obligados a emigrar a los E.U., o bien, a distintas regiones de la República Mexicana en busca de empleo, ahí donde existe un intenso desarrollo agrícola y una creciente demanda de fuerza de trabajo. Se registran cerca de 2 millones de jornaleros emigrantes que periódicamente se desplazan al interior del país en busca de trabajo.

Los mercados de “atracción” de esta fuerza de trabajo se encuentran concentrados en algunos estados del norte del país como son Sinaloa, Sonora, Baja California, Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Durango, frente a los estados de alta “expulsión” de trabajadores agrícolas como Oaxaca, Guerrero y Chiapas, es decir, los estados de mayor marginalidad.
Es frecuente que desde el momento mismo de la contratación, el dueño de la tierra  busque deslindar su responsabilidad patronal con el jornalero agrícola estableciendo convenios verbales a través de intermediarios para encubrir así la relación laboral, iniciando con ello una  innumerable serie de atropellos a los derechos laborales de los asalariados del campo.
Así, miles de jornaleros migrantes después de superar enormes dificultades locales para desplazarse, finalmente llegan a los estados de “atracción”, sin embargo, es común que las empresas productoras no proporcionen las condiciones adecuadas de instalación para los trabajadores: éstos son hacinados en galeras desprovistas de los más elementales servicios, obligados a compartir permanentemente comedores y baños que se encuentran en condiciones deplorables. Los jornaleros agrícolas laboran así, careciendo de seguridad social, educación y bienestar para sus hijos. Por si todo ello fuera poco, es habitual que no reciban el pago de su salario de manera puntual y en forma completa debido, entre otras razones, a que los patrones y sus cómplices, los “enganchadores”, han descontado y asignado arbitrariamente cierta proporción de esos recursos económicos como compensación a la labor de contacto.

Se debe combatir esta inaceptable sobreexplotación a que son sometidos los jornaleros agrícolas del país y la única posibilidad para ello es uniéndose como hermanos de clase, organizándose y luchando por defender sus legítimos derechos como lo están haciendo valientemente los jornaleros emigrantes de la región de “La Montaña”, en el estado de Guerrero, quienes bajo la dirección política del Comité Estatal del Movimiento Antorchista y la conducción gremial de los jornaleros Nicolás Mendoza de los Santos,  Juventino Romero García y Natalio Romero Cortés, han constituido ya la Sección Regional del Sindicato Nacional de Trabajadores Rurales, Industrias Agropecuarias, Operadores de Maquinaria Agrícola, Similares y Conexos “Emiliano Zapata”, quien sumará a sus filas más de 300 nuevos jornaleros agrícolas de aquella demarcación, con el fin de ser cobijados bajo la personalidad jurídica de este genuino sindicato y, sumando fuerzas, hacer valer así sus derechos laborales.

            Los jornaleros agrícolas de “La Montaña” se encuentran en pie de lucha y desde el 14 de octubre del año pasado se mantienen en plantón permanente frente a palacio de gobierno del estado exigiendo al gobernador, Zeferino Torreblanca Galindo, la restitución del terreno del que injustamente fueron desalojados desde el 11 de septiembre del 2009 por Bulmaro Morales Ruiz, poderoso cacique de la región. En dicho predio se encontraba instalado un modesto albergue temporal acondicionado por los jornaleros agrícolas precisamente para atender periódicamente a las familias que de manera regular viajan hacia el norte del país, además de reclamar el pago de los daños ocasionados a sus precarias pertenencias el día en que fueron despojados del citado inmueble.

El enemigo es poderoso y, por tanto, la lucha de los proletarios de “La Montaña” exige de unidad, perseverancia, disciplina y convicción. Su crecimiento organizativo será un factor determinante. Continuaran las movilizaciones, mítines, marchas, plantones y una intensa campaña de denuncia en contra del cacicazgo regional solapado por el gobierno perredista de Zeferino Torreblanca, hasta lograr obtener solución a sus justas demandas. Los proletarios de México deben conocer el problema y calentar motores para sumarse a la lucha. Vale.

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