martes, 24 de abril de 2012

MERCADO DE PIERNAS

El 7 de enero, inició el Torneo Clausura 2011 del futbol mexicano y de nueva cuenta se realizó el “mercado de piernas”, donde los equipos buscan lograr acuerdos para reforzar sus escuadras. En esta ocasión no existieron adquisiciones de renombre y en su mayoría fueron traspasos temporales: el Monterrey, Santos y Guadalajara mantienen sus plantillas y no realizaron ninguna contratación, mientras que equipos como Querétaro, Necaxa, Puebla y Atlas, que luchan por no descender, abrieron la chequera y se reforzaron con un buen número de jugadores. El América, que hoy tanto necesita activar su escuadra, se mostró cauteloso. A pesar de ello, la suma de estas operaciones superó los 200 millones de pesos: en la primera división sumaron 186 millones 712 mil pesos y en la liga de ascenso sumaron 15 millones 337 mil pesos. El futbol, convertido en un jugoso negocio.

Este “Draft” es un denigrante “mercado de piernas”, donde los jugadores son tratados como esclavos modernos; los propietarios de los equipos compran, venden y transfieren jugadores por sumas millonarias sin considerar la opinión, preferencia deportiva o conveniencia económica de éstos. Los dueños del dinero son quienes toman las decisiones; la afición es ignorada y los jugadores tratados como mercancías, obligados a aceptar las negociaciones establecidas entre los dueños de los clubes.
El futuro de muchos jugadores profesionales depende del “Draft”, especialmente los veteranos, y al no recibir ofrecimiento de ningún equipo quedan sin trabajo y forzados a retirarse del futbol. Es por todo ello, que el “Draft” deja al desnudo que en México el futbol es sólo un negocio donde el jugador y el aspecto deportivo es lo que menos importa a los propietarios de los equipos, es decir, los dueños del dinero.
Está claro para todos los que “quieren y aman el futbol”, que un factor fundamental en este deporte, es que el jugador sueñe con vestir y defender con el alma su camiseta y sus colores. Por tanto, el sistema del “Draft” debe modificarse; el jugador debe tener voz y voto en la definición de su contrato, sus futuros ingresos y los equipos de su preferencia. El futbol mexicano no puede seguir obedeciendo a los intereses del capital; los jugadores y la afición no lo merecen.

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