lunes, 23 de abril de 2012

EL PRESUPUESTO 2011: ¡NADA PARA LOS TRABAJADORES!


          El presupuesto de gastos del gobierno federal para 2011, tan cacareado a fin de año, asciende a más de tres billones de pesos (es decir, más de tres millones de  millones de pesos); una cantidad tan grande que hasta resulta difícil contarla. El decreto, de 158 páginas, en el cual se establece en qué rubros y cómo se repartirá ese dinero, aparece publicado en el Diario Oficial de la Federación, con fecha 7 de diciembre de 2010.

El decreto es muy detallado y prolijo en lo referente al gasto programado para este año, pero no explica de igual manera de dónde se obtendrán esos tres billones de pesos. Por tanto, una de las primeras preguntas que los trabajadores debemos hacernos es la siguiente: ¿de dónde saldrán esos tres billones de pesos que el gobierno de Felipe Calderón se propone gastar durante el año que comienza? No hay que aporrearse mucho la cabeza para concluir, sin lugar a dudas, que esas montañas de dinero saldrán, a fin de cuentas, de la riqueza producida por la clase trabajadora, de nuestro trabajo productivo y de nuestro salario, ¿de dónde más?

            Por cada peso que el gobierno federal gasta, en lo que sea, cerca de 40  centavos provienen de la venta de petróleo crudo, que además pertenece a todos los mexicanos. Esto quiere decir, que buena parte del presupuesto de egresos 2011, provienen, ni más ni menos, que del trabajo de miles de obreros de la industria petrolera, y de otro tanto de trabajadores indirectos, que giran en torno a la extracción, distribución, comercialización y transformación del petróleo.

Los elevados impuestos que paga la clase obrera son otra fuente importantísima de ingresos del gobierno; también brota de nuestro trabajo productivo. Asimismo, el dinero que la Industria, el Comercio y los Servicios privados pagan (y la gran parte de impuesto que evaden), provienen del trabajo asalariado; de nuestra fuerza de trabajo y de nuestras “contribuciones forzadas”.

Otra de las grandes fuentes de ingresos que ha tenido que financiar el gasto público, desde el nacimiento mismo de la República Mexicana, es la famosa “deuda eterna”. Baste con mencionar el reciente préstamo de 73 mil millones de dólares que el gobierno federal acaba de contratar, el pasado 14 de diciembre, con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Deuda que de igual manera se pagará con el esfuerzo de los trabajadores del país.


Luego entonces, trátese de deuda externa, de impuestos, de producción y venta de petróleo, de remesas de dólares procedentes de nuestros parientes que trabajan en el extranjero, finalmente quien carga con todo ese tremendo peso es la clase obrera. ¿Y de ese presupuesto tan grande, cuánto es lo que está destinado a mejorar la vida, las condiciones de trabajo y las prestaciones de la clase obrera? ¡Nada! ¡Ningún centavo! Resulta entonces evidente que un presupuesto de ingresos y egresos que realmente favorezca los intereses de la clase trabajadora sólo podrá ser posible si lo distribuye un gobierno que represente a la clase trabajadora, elegido por ella, que emane del propio pueblo. No hay de otra.  

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